Circo de Gavarnie

Vivid una emoción sin precedentes ante el increíble espectáculo que brinda uno de los sitios naturales más imponentes del planeta.

El circo de Gavarnie, coloso de la naturaleza, es uno de los circos más famosos. Impresionante por su tamaño como por su historia, está cargado de tradiciones y cada verano se convierte en el anfiteatro de un espectáculo que deja sin aliento.

Un coloso natural único

Tan pronto como paséis por el pueblo, os salta a la vista, se os hace un nudo en la garganta y ¡os cautiva el corazón! Más de 5 kilómetros de diámetro, murallas verticales de 1500 metros de altura, cientos de cascadas y una sucesión de altos picos que superan los 3000 metros. Gavarnie, un monumental anfiteatro natural de perfección poco común, parece de ficción. El maestro de las palabras, Víctor Hugo, lo describió así: «Es la edificación más misteriosa de los más misteriosos arquitectos; es el coloso de la naturaleza: es Gavarnie».

Paseo hasta la meseta de la Courade

Para verlo de cerca, un paseo fácil y accesible os llevará en menos de 30 minutos hasta la meseta de la Courade. Desde allí y ante la inmensidad de este coloso, os sentiréis muy pequeños. Su cascada es impresionante y es un lugar ideal para un pícnic familiar.

Cuna del pirineísmo

Gavarnie fue durante mucho tiempo la cuna del pirineísmo, el campamento base al que acudían franceses y extranjeros para intentar grandes expediciones. El cementerio de la aldea aún conserva el emotivo recuerdo de las dinastías de «sherpas» que lograron múltiples hazañas: Laurent e Hippolyte Passet, y sus hijos Henri y Célestin fueron grandes héroes del pirineísmo. Durante más de 30 años, Célestin multiplicó los ascensos hasta el triunfo del 7 de agosto de 1889 cuando, para conquistar el temido corredor de Gaube, talló 1300 peldaños en el hielo.

El Día del Guía

Todos los años, los guías de alta montaña se reúnen en la capilla de Héas, cerca del circo de Troumouse, para celebrar una misa en su honor. Esta bonita capilla de piedra y pizarra se integra a la perfección a este entorno de montaña. Los cantantes de montaña acompañan esta ceremonia, acorde a la tradición.

El Festival de Gavarnie

Cada verano, el circo de Gavarnie se convierte al atardecer en un anfiteatro natural que acoge una obra teatral durante dos semanas. Un espectáculo extraordinario en un escenario que deja sin aliento. Al terminar la función, una larga guirnalda de antorchas se forma y llega hasta el pueblo por la noche.

Gavarnie - Troumouse - Estaubé

Aunque Gavarnie parezca ser único y sea difícil de creer, este coloso no está solo. Troumouse y Estaubé están a su lado. Son tres hermanos de piedra unidos para siempre.

El circo de Gavarnie

Es sin duda el más conocido. Se llega sin problema en un hermoso paseo que puede hacerse tanto a caballo como en burro en la época estival.

El circo de Troumouse

Troumouse, el goliat de los circos, incluso más grande que Gavarnie, escapa a lo común. Una curiosidad: la llanura que se extiende frente a él es asombrosamente plana. ¡Todo un paraíso para las marmotas!

El circo de Estaubé

Al circo de Estaubé solo se puede acceder tras una corta caminata de una hora. Un mundo de piedra y líquenes, otro planeta con rasgos lunares.

Gavarnie, Troumouse y Estaubé forman con Ordesa, su vecino español, el macizo Gavarnie-Monte Perdido, una obra maestra de la naturaleza inscrita en el Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Gavarnie - UNESCO

Los tres impresionan y juntos forman un pedazo único de los Pirineos, una montaña sagrada declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1997. Un patrimonio natural y cultural de una riqueza incalculable.

Dos vertientes, un solo macizo

Vertiente francesa: el circo de Gavarnie y sus dos hermanos: Troumouse y Estaubé. Vertiente española: el gran cañón de Ordesa, un auténtico colorado pirenaico, y justo al lado, el más salvaje e intimista de los cañones, el de Añisclo.

Una cooperación transfronteriza: la trashumancia de Bernatuara

Todos los meses de julio, miles de vacas procedentes del valle aragonés de Broto (España) cruzan el puerto de Bernatuara para pastar en el valle de Ossoue, en la comuna de Gavarnie-Gèdre. Se trata de una tradición que los españoles y los franceses han mantenido desde el siglo XIV en el marco de los tratados de ligas y facerías. Incluso se dice que allí la tierra es francesa y la hierba, española.